Se estima que 1 de cada 7 parejas es infértil, es decir, no han podido conseguir un embarazo, aunque hayan mantenido relaciones sexuales frecuentes y sin protección durante un año o más. En estos casos, la infertilidad masculina juega, al menos, un papel parcial, con casi un 30% de incidencia.
De acuerdo a un estudio realizado por la Escuela de Salud Pública de Rutgers, en los Estados Unidos, las alteraciones emocionales como el estrés influyen en la infertilidad, tanto de la mujer como del hombre. De hecho, el estrés disminuye la calidad del semen, siendo un indicador clave entre las causas de la infertilidad masculina, pues afecta la concentración de los espermatozoides y reduce la capacidad de fecundar un óvulo.
No obstante, las causas de la infertilidad masculina se originan por aspectos como un bajo recuento de espermatozoides (Oligospermia), un recuento sin espermatozoides (Azoospermia) o la motilidad disminuida de los espermatozoides (Astenozoospermia). Estos factores se incrementan cuando el cuerpo y la mente se someten a grandes cargas de estrés y ansiedad; de hecho, altos niveles de estrés crónico producen elevados niveles de cortisol, que a su vez disminuyen la función testicular, tanto hormonal como reproductiva.
El sedentarismo, el no respetar las horas de sueño, la contaminación, los tóxicos se han traducido en una disminución de la calidad seminal, mientras que la alimentación desequilibrada, el consumo de alcohol, las comidas calóricas y, por ende, el aumento de peso, son aspectos que también conllevan a centrar las investigaciones en las principales causas de la infertilidad masculina:
· Causas desconocidas (40-50%)
· Trastorno de gónadas (30-40%)
· Trastorno de transporte de los espermatozoides (10-20%)
· Trastorno hipotalámico o pituitario (1-2%)
¿Es posible mejorar la calidad del semen?
Los primeros estudios relativos a la disminución en la concentración de espermatozoides se remontan a 1992, con la invención de la ICSI (Inyección Intracitoplasmática de Espermios), que ayudó a los hombres con disminución severa de la cantidad de espermios; hoy, debido al aumento de contaminantes, la mirada se centra en la calidad genética de los espermios. El efecto de esos contaminantes se ha logrado mejorar con altas dosis de vitaminas antioxidantes y mejorando los hábitos de vida saludable, “pero se ha establecido que no se puede prevenir la infertilidad masculina si ésta se deriva de causas genéticas. La azoospermia, por ejemplo, puede ser tratada con estudio genético preimplantacional y biopsia testicular, pero otras más severas requerirán de semen de donante”, explica el doctor Rodrigo Carvajal, especialista en reproducción asistida de IVI Santiago.
En paralelo se recurre a alternativas especializadas, como la Fecundación In Vitro, pues da la posibilidad de seleccionar los espermatozoides para una fecundación con mayores probabilidades de éxito. “Para ello en IVI Santiago contamos con la Unidad de Andrología, donde se realiza la FIV, que consiste en lograr la unión del óvulo y el espermatozoide en el laboratorio, in vitro. Se pueden utilizar los óvulos y los espermatozoides propios de la pareja o provenientes de donantes con los que se consiguen embriones fecundados que son transferidos al útero materno. Vale acotar que esta técnica de fertilización asistida se aplica mediante la técnica de FIV convencional o de Inyección Intracitoplasmática de Espermatozoides (ICSI)”, agrega el especialista.
¿Quiénes pueden someterse a esta técnica de fertilización asistida? Los casos de esterilidad que se derivan del factor masculino severo, como ser portador de alguna enfermedad genética que dificulta su estudio en los embriones, hombres con mala calidad espermática, o parejas que presentaron un fallo en la fecundación con su semen.
Indicaciones de ICSI: Frente a una baja concentración de espermios, baja movilidad, espermios de biopsia testicular en los casos de azoospermia (ausencia de espermios), fallos de inseminaciones intrauterinas previas.
En los casos de causa genética o de edad materna avanzada se asocia a estudio genético preimplantacional.